Según la normatividad financiera las Compañías de Financiamiento – CF – son establecimientos de crédito que al igual que los bancos se encuentran vigilados por la Superintendencia Financiera de Colombia y sus captaciones se encuentran amparadas por el Fondo de Garantías de Instituciones Financieras a través del seguro de depósito. El Estatuto Orgánico del Sistema Financiero las define como instituciones financieras que captan recursos mediante depósitos a término con el objeto de realizar operaciones de crédito que facilitan la comercialización de bienes y servicios y la realización de operaciones de arrendamiento financiero o leasing.
Las CF tuvieron su origen hace más de dos décadas como una respuesta a la demanda del mercado que buscaba servicios de ahorro y crédito dirigidos a individuos, familias y empresas pequeñas y medianas cuyas necesidades no eran atendidas en forma satisfactoria por las otras instituciones que operaban en ese momento: bancos, corporaciones financieras y corporaciones de ahorro y vivienda.
Legalmente hablando, las CF no se diferencian de los bancos ya que ambos son establecimientos de crédito, lo que las hace objeto de la totalidad de la regulación financiera expedida por el Congreso o el Gobierno Nacional. Esto implica que las CF cumplen con la totalidad de las normas prudenciales en cuanto a margen de solvencia, patrimonio técnico y administración de su operación crediticia bajo el esquema de riesgos establecido por la Superintendencia Financiera. En la parte activa (colocaciones) realizan todas las operaciones autorizadas a un establecimiento bancario e igualmente en la parte pasiva (captaciones) salvo la cuenta corriente que está reservada a los bancos. Para la constitución de una CF se exige un capital menor que el requerido para la constitución de un establecimiento bancario. Actualmente, una CF es el único intermediario que puede realizar operaciones de leasing en forma directa, salvo el leasing habitacional que se les autorizó realizar a los bancos hace unos años.
Operativamente, las CF se han caracterizado por tener una estructura liviana y ágil que posibilita una administración también ágil y eficiente, de modo que hay una gran flexibilidad para adaptarse a las condiciones del mercado y atender con prontitud los requerimientos de los clientes.
Las CF cuentan con un amplio portafolio de productos enfocados principalmente al crédito de consumo, sin embargo, también financian a la micro, pequeña y mediana empresa. Captan mediante certificados de depósito a término, certificados de depósito de ahorro a término y depósito a la vista. De otra parte, son intermediarios plenos de mercado cambiario y como tales pueden realizar la totalidad de las operaciones de ese mercado (inversión extranjera, endeudamiento externo, pago de importaciones y exportaciones, giros, tarjeta de crédito internacional, avales y garantías en moneda extranjera etc.).
Las CF desarrollan su actividad para financiar la adquisición de bienes de consumo durable o semidurable (vehículos, electrodomésticos, computadoras, víveres etc.) en beneficio de las personas y las familias. De esta forma son atendidos sectores de la población que requieren acceder al crédito para atender sus necesidades básicas. Bajo este concepto, el crédito de consumo ofrecido por CF, además de entregar soluciones para vehículos o productos de cadenas de gran superficie también se financian rubros como viajes, educación, salud, primas de seguros etc.
Las CF también emiten tarjetas de crédito para que sus usuarios realicen compras de bienes o servicios en establecimientos de comercio y grandes superficies. Igualmente atienden solicitudes para capital de trabajo o para acometer proyectos de empresarios medianos, pequeños y de microempresarios de transporte público, comercio, textil, alimentos y servicios en general. En el microcrédito ofrecen acompañamiento y orientación sobre las condiciones del negocio dada la experiencia de varios años que tienen la CF que se han especializado en el mismo.
En el renglón del crédito empresarial las CF hace varios años incursionaron en el negocio del factoring o compra de cartera sobre toda clase de títulos que involucran a tres partes: la CF que compra la cartera a un proveedor de bienes o servicios (su cliente); el proveedor de bienes y servicios y el deudor de esa cartera, quien es responsable del pago de la obligación contenida en el documento que es descontado. La CF al descontar la cartera le otorga liquidez a su Cliente y asume el riesgo por el no pago de la misma por parte del deudor.
Algunas de las CF desarrollan el negocio de los giros internacionales, enfocado a las remesas familiares que ciudadanos colombianos giran a sus familias desde el exterior. A los beneficiarios de las remesas actualmente se les están haciendo extensivos productos como el ahorro a través de CDTs, cuentas de ahorro o planes programados. También se les ofrece créditos para fines de su negocio o necesidades familiares, con lo cual las CF están bancarizando a un segmento de la población que hasta ahora no había accedido a servicios en este nivel.
En los años treinta el desarrollo espectacular de la industria norteamericana de la producción en masa de de los bienes de consumo durable, fue un factor importante en la aparición de instituciones de crédito especializadas en servir ciertos nichos no atendidos por la banca, determinando el surgimiento de nuevas instituciones denominadas las “finances companies” dedicadas a financiar negocios relacionados con bienes de consumo durable y semidurable así como las necesidades de capital de trabajo de la pequeña y mediana industria a través de operaciones de descuento y negociación de títulos valores. Una de las primeras compañías financieras fue la General Motors Acceptance Corporation dedicada inicialmente a financiar las compras de los automotores producidos por la General Motors.
Sin embargo, a diferencia de las CF de Colombia que captan recursos del público y realizan una actividad típicamente bancaria, tanto las Finance Companies o non-banking institutions de Estados Unidos como otras que se han venido creando en distintas latitudes de Latinoamérica y Europa donde se denominan en forma muy variada (Sociedades Financieras de Objeto Limitado, Sofoles, en México; Instituciones de Crédito, Financiación e Inversión en Brasil, Empresas Financieras en Paraguay), estas entidades no son intermediarios financieros y por ello deben fondearse con recursos propios, del mercado de capitales o crédito bancario. Vale la pena anotar que estas entidades al igual que las CF de Colombia se han especializado en ciertos nichos de mercado donde se desempeñan en forma muy eficiente.
Desde 1993 las CF fueron autorizadas para captar recursos del público a través de depósitos de ahorro a la vista o mediante la expedición de CDAT, pero con la limitante de que la entidad mantuviera un capital pagado y una reserva no inferior al 60% del capital mínimo requerido para la constitución de un establecimiento bancario. Posteriormente, dicha limitación fue eliminada gracias a la expedición del Decreto 1356 de 1998 que fijó como requerimientos el capital mínimo establecido para su funcionamiento, el cumplimiento de las normas contables y de regulación prudencial necesarias para minimizar el riesgo de la diferencia entre activos y pasivos de las CF.